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Principios osteopáticos fundamentales

Unidad del cuerpo.

El cuerpo humano no está constituído por partes o sistemas independientes, sino totalmente interdependientes. Esto es posible gracias a que la fisiología dispone de un sistema de comunicación muy preciso y fino, el eje neuroinmunohormonal. Anatómicamente cabe destacar la existencia de un tejido de gran importancia estructural y fisiológica, la fascia, que permite crear una unidad estructural.

El cuerpo humano funciona como una unidad anatomo-fisiológica, es decir como una unidad funcional biológica. Todas las células, tejidos y órganos trabajan como un todo. Cualquier alteración en una zona del cuerpo repercute en la totalidad, a nivel biomecánico, neurológico y vascular.

Esta unidad viene representada por la presencia de un mecanismo anatomo-fisiológico involuntario en la totalidad del cuerpo. Este mecanismo fisiológico tiene un movimiento rítmico, y es una manifestación de vida, de salud dentro del paciente. Siempre está trabajando para nosotros en la recuperación o el mantenimiento de la salud.

Pero todavía el concepto de la unidad del cuerpo es mucho más complejo y profundo. Cuerpo, mente y espíritu funcionan como un todo indivisible, constantemente trabajando para el mantenimiento de la salud.

El osteópata mediante su habilidad palpatoria escucha no solamente a un sistema corporal, sino a un ser humano.

Interrelación entre la estructura y la función.

Es el principio básico de todo razonamiento clínico osteopático. El conocimiento anatomo-fisiológico es imprescindible para su aplicación. Cuanto mayor es el conocimiento de la anatomía y de la fisiología mayor es la capacidad de relacionar estructura-función. Nos permite interpretar en un lenguaje clínico lo que está sucediendo al cuerpo o alguna parte de éste,  proporcionándonos un diagnóstico más preciso y específico. Una estructura que presenta una movilidad o motilidad reducida no puede ejercer su función psiconeuro-inmunológica normalmente, debido a los cambios de la información nerviosa, vascular y biomecánica. De la misma forma una función alterada puede perturbar a una o varias estructuras que a su vez pueden generar otras disfunciones.

Autoregulacion o autocuración.

Es la capacidad del cuerpo humano para restablecer o mantener su estado de equilibrio o salud (homeostasis).

El osteópata se limita a facilitar este proceso, encuentra los elementos que lo obstaculizan, siguiendo un razonamiento anatómico y fisiológico, y después de reajustarlos deja que la sabiduría del cuerpo haga el resto.

Este punto es de vital importancia, ya que si el cuerpo no tuviera este poder, ningún tratamiento farmacológico, osteopático, homeopático..etc, podría funcionar correctamente.

Cada paciente acude a la consulta con un estado de salud físico y mental que interviene conscientemente o inconscientemente en el proceso de curación. Este estado de salud determina la reacción y el tiempo de duración del tratamiento.

La humildad es la actitud que tiene que acompañar al terapeuta durante todo el proceso.

Antes de hacerse orgánica la enfermedad pasa por un estado funcional, y es aquí donde la osteopatía tiene un papel importante. La enfermedad siempre se instala sobre un órgano o sistema debilitado (terreno facilitado).

 

La regla de la arteria es primaria.

Con este principio Still quería transmitirnos la importancia del papel de la arteria en su función de transporte de elementos y sustancias necesarias para el mantenimiento de la salud.

Si la sangre no puede fluir libremente, el tejido se desvitaliza, se debilita, por lo que la enfermedad o la disfunción pueden desarrollarse con mayor facilidad.

Cómo osteópatas, uno de los objetivos más importantes que tenemos es eliminar las barreras que limiten la circulación arterial y venosa de la sangre, la linfa y el líquido cefaloraquídeo, es decir del fluído en general.

 

Ley de causa y efecto.

La patología o la disfunción no son más que un efecto. El osteópata necesita buscar la causa o las causas que han llevado a ese paciente a sufrir dicha disfunción.

Las causas no son solamente desequilibrios del sistema musculoesquelético u orgánico, sino que también pueden ser desequilibrios mentales, emocionales y espirituales, llevar una dieta poco equilibrada, hábitos tóxicos…etc. Todo ello se manifiesta en el cuerpo físico, y hasta que no sean descubiertas las verdaderas causas, los resultados terapéuticos serán débiles y temporales.

Una vez más queda de manifiesto la importancia de percibir al ser como una totalidad.

La medicina alopática o convencional con demasiada frecuencia se dedica a tratar los síntomas y no observa a la persona como un todo, por lo que deja de lado las causas subyacentes al problema. Los síntomas deben ser concebidos como señales de alarma, normalmente si no se ha sufrido un traumatismo, debemos considerarlos como una manifestación de algún desequilibrio interno.

La actitud del osteópata es de intentar comprender el problema que se esconde detrás de la sintomatología del paciente.

 

La vida es movimiento.

El movimiento es una manifestación principal de la vida. Todo lo que está vivo se mueve. Desde los electrones hasta los órganos, desde las placas tectónicas a los planetas.

A nivel del cuerpo humano todos los tejidos y fluídos manifiestan una dinámica. Si la movilidad de los tejidos y los fluídos está reducida, la salud no puede expresarse en todo su potencial, la enfermedad o la disfunción empiezan a abrirse camino.