¿Y si algunas enfermedades conductuales tuvieran una explicación en una reacción neurovegetativa anómala del cerebro?
Es la base del pensamiento de la Teoría Polivagal, creada por el psiquiatra Stephen Porges, profesor de la Universidad de Illinois (Chicago) y director del Brain Body Center.
Podemos comprender al sistema neurovegetativo o autónomo como la parte del sistema nervioso que regula la actividad de los órganos internos y que se encarga a través de sus reacciones de ponernos en comunicación con nuestro entorno.
El sistema neurovegetativo es involutario y funcionalmente se divide en: simpático y parasimpático. El simpático es el que prepara al cuerpo para la acción ante situaciones de estrés, y por lo tanto consume energía. Y el parasimpático es el que pone freno al simpático, y devuelve al cuerpo a un estado neurovegetativo normal después de una situación de estrés. Se le relaciona con los estados de reposo y relajación, y dirige los procesos de reparación y de almacenamiento de energía.
La Teoría Polivagal manifiesta que el sistema neurovegetativo funciona siguiendo una jerarquización filogenética (estudio del orígen y evolución de las especies).
Según Stephen Porges el sistema neurovegetativo o autónomo reacciona a los desafíos del mundo, reales o imaginarios, no de una manera equilibrada (equilibrio simpático-parasimpático), sino de una manera jerárquica.
Todo ello gracias a que el desarrollo evolutivo del sistema nervioso no sólo genera un mayor desarrollo y complejidad de la corteza cerebral, sino también del sistema neurovegetativo.
Esta evolución filogenética del sistema neurovegetativo es lo que ha permitido a los seres humanos mejorar su capacidad de interacción social. En definitiva, la evolución nos ha convertido en seres sociales, permitiéndonos a lo largo de la historia construir los diferentes modelos de sociedad, y sobre todo ofreciéndonos la posibilidad de mejorar nuestra función y condición social.
Además, concluye que muchos de los transtornos de la conducta psicoemocional y social, como la ansiedad, depresión endógena, ataque de pánico, autismo, transtorno de déficit de atención e hiperactividad (TDHA)…etc están formados por patrones neurobiológicos neurovegetativos, representados por circuitos o redes neuronales, que no siguen esta jerarquía neurovegetativa de funcionamiento.
La Teoría Polivagal propone que la forma individual con la que reaccionamos a través de una conducta social depende de dos núcleos del nervio vago (X par craneal, nervio principal del sistema parasimpático) y sus circuitos neuronales. Uno más antiguo, el núcleo dorsal largo, y otro más reciente, el núcleo ambiguo.
Si todo funciona correctamente se produce una reacción neurovegetativa jerarquizada. En primer lugar se activa el circuito neuronal vagal más nuevo y mielinizado (conducta social adaptada), sino es así se activa o bien el sistema primitivo reptiliano, formado por el sistema simpático y su circuito amigdalino-hipotalámico-adrenal (conducta de huída o lucha) o bien el sistema vagal más antiguo (conducta de inmovilización o apagado).
El orden y la intensidad del encendido de estos circuitos neuronales viene determinado por la forma de percibir una situación como segura o insegura (neurocepción), y por su puesto condicionan la respuesta psicofisiológica.
El circuito neuronal vagal más reciente y mielinizado, y su núcleo ambiguo, son los que se encargan de la creación de una respuesta social adaptada, es decir una conducta de interacción social integrada y adecuada, ya que tiene conexiones con los pares craneales VII (n. facial) y IX (n. glosofaríngeo). Pares craneales que regulan la expresión facial y la vocalización y que son críticos en la comunicación social.
Según S. Porges el primer paso de la comunicación viene controlado por el nervio facial que levanta los párpados y tensa los músculos del oído medio. Es decir mantenemos contacto visual y estamos preparados para escuchar.
Además, este circuito neural mielinizado no sólo regula parasimpáticamente la cara, sino también el corazón y los pulmones. Esta influencia vagal sobre corazón y pulmones ayuda a mantener una frecuencia cardíaca y respiratoria calmadas, sensación corporal clave para el establecimiento de una conducta social normal.
Sin embargo, muchas personas tienen una dificultad para establecer unas correctas relaciones sociales. Sufren para regular su función y tono neurovegetativo corporal simpático y parasimpático. Su sistema vagal mielinizado no calma o apaga la respuesta simpática de estrés, por lo que les es complicado establecer relaciones sociales normales. Estas personas padecen lo que desde el concepto clínico de la Neurociencia Osteopática Integral denomino una Sensibilización Neurovegetativa Vagal.
Este estado neurovegetativo de sensibilización vagal facilita dos tipos de conducta:
-la conducta hipervigilante o de alerta. Es una conducta adaptativa de supervivencia, de defensa del territorio, está regulada por el sistema simpático-adrenalino (lucha-huída).
-conducta de inmovilización o apagado. Es también una conducta adaptativa de supervivencia, pero en este caso de conservación de los recursos metabólicos del cuerpo. Es como un estado de hibernación. El núcleo dorsal largo activa un programa de modo ahorro para intentar alargar la supervivencia, siempre y cuando se den las condiciones adecuadas. Según Stephen Porges es un programa biológico de preparación a la muerte por profundo miedo a morir.
Existen varios transtornos clínicos que pueden relacionarse con esta sensibilización neurovegetativa vagal, como por ejemplo el autismo, el transtorno bipolar, TDHA, ansiedad, transtorno de pánico, miedo escénico, transtorno de estrés post-traumático (TEPT), depresiones endógenas…etc.
Dependiendo de la gravedad de la sensibilización vagal se pueden presentar unas características clínicas comunes. Una expresión facial plana o sin emotividad, una cara con hipotonía muscular de párpados caídos y mirada ausente, un estado de nervios y de inquietud interna continua, un estado de irritabilidad, una sudoración excesiva de manos y pies, taquicardias, dificultad respiratoria, distonía neurovegetativa abdominal…etc. También es bastante frecuente una hipersensibilidad auditiva manifestada con una intolerancia a los ruidos, una hipoacusia reactiva, acúfenos de baja frecuencia y signo del sobresalto ante un ruido.
Una cosa importante a remarcar, es que este tipo de conductas de inadaptación social no son voluntarias, escapan del control de la persona. Son debidas a patrones neurobiológicos neurovegetativos representados en forma de redes o circuitos neuronales que generan mecanismos automáticos, subcorticales y por lo tanto involuntarios. En realidad son conductas adaptativas de supervivencia o de protección, en donde el cerebro ha evaluado una situación real o imaginaría como peligrosa o como no segura.
Un enfoque puramente cognitivo conductual no funcionará demasiado bien o será muy lento. Esto es debido a que son reacciones fisiológicas neurovegetativas que han quedado condicionadas en el sistema nervioso, y se desencadenan antes de ser conscientes. Determinadas redes o circuitos neuronales vagales han quedado sensibilizados negativamente, es decir en estado de hipofunción o hipoexcitación vagal.
La persona no puede reaccionar de otra manera, aunque le gustaría. Su sistema vagal mielinizado y más nuevo, no puede inhibir o modular las reacciones neurovegetativas de alarma o inmovilización.
Estos circuitos neuronales condicionados han sido creados mayoritariamente en el desarrollo, en el nacimiento, en periodos iniciales de la infancia o incluso la adolescencia.
Evidentemente no quiero decir con esto que no se puedan utilizar técnicas cognitivo conductuales para ayudar a mejorar o solucionar estos transtornos conductuales, pero dependiendo del momento de inicio y de la intensidad de la Sensibilización Neurovegetativa Vagal será mucho más complicado, ya que estos condicionamientos neurofisiológicos subcorticales están grabados en el cerebro y médula espinal en forma de patrones tensionales neurobiológicos.
Según mi experiencia, técnicas psicológicas como la Desensibilización sistemática y el EMDR pueden ayudar mucho, pero es de vital importancia eliminar o desprogramar manualmente estos patrones corporales vagales disfuncionales incrustrados en la región cerebral bulbar, en la cara, cuello, tórax y abdomen, ya que repercuten en la neurofisiología de la conducta humana, ocasionando limitaciones en la capacidad de afrontar circunstancias vitales.
En numerosos pacientes que estaban siendo tratados psicológicamente y/o farmacológicamente, la eliminación de estos patrones corporales del tejido nervioso ha sido vital para poder seguir avanzando de una forma más rápida y más efectiva.
Se pone de manifiesto la relación entre el tono neurovegetativo y la calidad de nuestras relaciones sociales.Es una probable explicación del porqué de la importancia de las relaciones sociales en la salud de las personas.
Según Stephen Porges, las relaciones sociales positivas ayudan a calmar a las personas, a facilitar el restablecimiento psiconeurofisiológico que nos hace más eficientes metabólicamente, y nos ayuda a mejorar nuestro crecimiento conductual.
Finalmente destacar que Stephen Porges y su grupo de investigación, proponen terapias de estimulación y reprogramación de los circuitos neurales vagales, para crear estados de calma y tranquilidad necesarios en las conductas sociales, mediante la aplicación de diferentes actividades y técnicas: crear un ambiente tranquilo y relajado, hablarles en un tono de voz bajo y pausado, actividades musicales como tocar instrumentos, escuchar música relajante o incluso cantar, ejercitar los músculos faciales para mejorar expresión facial y el lenguaje, enseñarles a mantener contacto visual mediante la presentación de rostros familiares, y estimularles a escuchar a los demás con sonidos y música relajantes…
En esta misma línea de investigación y trabajo clínico, Neurociencia Osteopática Integral propone la Desensibilización Neurovegetativa Vagal, es decir la neuromodulación manual de los patrones tensionales neurobiológicos que afectan a los núcleos y circuitos neuronales vagales sensibilizados.
Mediante la recuperación de la función del sistema vagal, se busca generar un cambio de estado neurovegetativo, el cual ayudará a la persona a relacionarse mejor con los demás (socialización), y permitirá regular de una manera más eficaz el estado fisiológico general del cuerpo (homeostasis), tan importante en el mantenimiento o conservación de la salud, y en la lucha contra la enfermedad.
Así pues, Neurociencia Osteopática Integral añade este mismo criterio clínico no sólo para los transtornos de conducta social, sino para muchos transtornos o disfunciones fisiológicas neurovegetativas que conforman la base neuropatológica de muchas de las enfermedades de la actualidad. Por lo tanto, muchas de las enfermedades habituales a nivel digestivo, a nivel hormonal e inmunológico, a nivel cardiovascular, e incluso en relación con el dolor crónico, tienen un probable origen en el Sistema Nervioso Central, es decir cerebro y médula espinal.
Este razonamiento clínico permite trazar las líneas de actuación terapéutica de una medicina integrativa psiconeuroinmunehormonal.
Juan Manuel Gómez Andrés
Director Clínico del Institut Osteopàtic Integral
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Bibliografía:
- Porges Stephen, The polyvagal perspective. Biol Psychol; 2007; 74(2); 116-143
- Porges Stephen, The polyvagal theory: phylogenetic substrates of a social nervous system. International Journal of Psychophysiology; 2001; 42; 123-146
- Porges Stephen, La teoría polivagal para el tratamiento del trauma, videoconferencia 2012
- Entrevista de Ravi Dykema a Stephen Porges, 2006
- Porges Stephen, The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of emotions, attachament, communication self regulation, 2011