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Camino hacia la salud

La Organización Mundial de la Salud define la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad.

Según mi criterio la definición que propone la OMS sobre la salud no me parece totalmente adecuada por diferentes motivos:

-El término bienestar me parece bastante subjetivo, y además ¿quién va a ser el atrevido de graduar el bienestar de cada individuo?

-Si ahora añadimos, completo bienestar físico, mental y social, la cosa se complica, ¿existe alguna persona en el mundo con salud?

-Además, considero que la definición es incompleta porque omitir la parte espiritual, y no me refiero a la religiosa, del concepto de salud, me parece una mutilación irresponsable de la condición humana.

- Por último, y quizás la parte más comprometida y abierta a muchas opiniones, estoy de acuerdo que no solamente la ausencia de enfermedad define un estado de salud, pero entonces ¿una persona con una enfermedad curable o no, puede tener salud?

La salud no puede ser algo tan estático, que se tiene o no se tiene, sino que tiene que ser algo dinámico, en continua evolución o involución.

Para mi el concepto de la salud es bastante diferente, lo defino como la capacidad del ser humano para mantener, mejorar o recuperar el equilibrio físico, mental, emocional y espiritual, independientemente de la presencia de una enfermedad.

Evidentemente cuando se desarrolla una enfermedad se produce una disminución más o menos grave de la salud, pero siempre está presente.

Excluyo  la muerte de este artículo, pero simplemente decir que para mí la muerte forma parte de la vida, y por lo tanto prefiero vivirla en el máximo estado de salud posible.

Este cambio de conciencia sobre el concepto de salud permite al paciente adoptar un papel activo en su camino hacia la salud. Le proporciona un cambio de atención hacia la totalidad de sus recursos y no tanto hacia la enfermedad, y sobretodo  le atribuye un poder en su regulación de la salud.

En la actualidad parece ser que la sanidad pública se está moviendo de una vez por todas hacia un nuevo modelo de atención biosanitaria de la enfermedad y de la salud, el modelo biopsicosocial. Un término muy vanguardista e innovador, pero sólo en apariencia, ya que es simplemente el inicio de la aceptación de que cuerpo y mente no van por separado; principio el cual se viene experimentando tanto clínica como científicamente desde hace mucho tiempo.

¿Se está volviendo la sanidad pública holística? ¿Tiene algo que ver con el cambio climático? ¿La industria farmacéutica ha inventado un nuevo medicamento emocional?

Bueno, dejaré de ironizar y simplemente estemos todos felices por la posibilidad real que se nos presenta como pacientes de ser atendidos con un modelo biosanitario más humano.

Desde mi punto de vista profesional este cambio de conciencia me llena de esperanza e ilusión, porque siento que todavía es posible la instauración de este modelo biopsicosocial, algo que nos permitiría a los profesionales de diferentes disciplinas comprender y sentir al paciente desde una misma realidad asistencial.

El enfoque integral multidisciplinario parece que todavía es posible, y esto es vital en el camino hacia la salud.

Desde el punto de vista osteopático cuando a nivel miofascial, articular, nervioso, circulatorio y bioenergético existe una función global equilibrada, la salud puede manifestarse.

El osteópata junto con otros profesionales, si fueran necesarios, va a ayudar al paciente en este camino, pero no se tiene que olvidar que como paciente debemos implicarnos y colaborar en nuestro tratamiento. Asumir esa corresponsabilidad compartida con el osteópata sitúa al paciente en una mayor sintonía con el concepto de salud y evidentemente proporciona una mejor actitud que va a posibilitar una mayor ganancia de salud en el menor tiempo posible.

La mayoría de las veces el paciente necesita modificar algún o algunos hábitos de su estilo de vida, dieta más equilibrada, eliminación o disminución de hábitos tóxicos (alcohol, tabaco, drogas…), evitar la exposición a los metales pesados (en el agua y en el aire, pesticidas y fertilizantes en los alimentos, ciertos productos de limpieza, tintes, desodorantes, amalgamas, papel de aluminio…), evitar la exposición constante a la contaminación acústica y electromagnética, practicar ejercicio regularmente, respetar las horas de descanso, aprender a regular las emociones y la mente, construir o revisar el sentido individual en la vida.

Cada paciente según su necesidad y su naturaleza psíquica realizará los cambios oportunos, aceptando que algunos de ellos se producirán con el tiempo. Aunque tengo que decir que el cuerpo humano es bastante agradecido, a pequeños cambios, grandes beneficios.

Existen dos caminos, el camino hacia la salud y el camino hacia la enfermedad, ¿hacia dónde quieres ir?

 

Juan Manuel Gómez Andrés

Director Clínico del Institut Osteopàtic Integral

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